Desde hace años, científicos y médicos de
todo el mundo conocen un tratamiento capaz de salvarle la vida a más de cinco
millones de personas cada año, evitar buena parte de las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes, el cáncer de mama y otros tumores y alargar la
vida de cualquier persona. Lo mejor es que se trata de un remedio gratuito,
disponible desde tiempos inmemoriales y al alcance de la mayoría de personas:
ejercicio.
Cada año olímpico, la revista médica The
Lancet publica una colección de artículos sobre los beneficios del ejercicio
para evitar los grandes males que azotan a la salud mundial. La principal
conclusión de los cuatro nuevos estudios recién publicados es que la situación
mundial no ha progresado casi nada. Un cuarto de todos los adultos del mundo no
hace ejercicio suficiente y, más preocupante de cara al futuro, el 80% de los
niños y jóvenes tampoco llega al mínimo de deporte semanal recomendado por la
Organización Mundial de la Salud. En 2012, un estudio similar calculó que, cada
año, el sedentarismo mata a más personas que el tabaco, que se cobra unos cinco
millones de vidas.
Uno de los estudios es una revisión de 16
trabajos anteriores que engloban a más de un millón de personas. Los
investigadores querían determinar cuánto ejercicio es necesario para evitar el
riesgo de muerte prematura asociado al sedentarismo. El tipo de actividad
analizada era andar rápido o pasear en bici, ambos durante una hora al día.
Los resultados muestran que las personas
activas están mucho más sanas aunque tengan que pasar ocho horas sentados. La
gente con más riesgo es la que no hace ningún tipo de actividad. Pero el
trabajo muestra también que una hora de ejercicio al día basta para
contrarrestar los efectos nocivos de esas ocho horas parados. Solo una de cada
cuatro personas analizadas hace esa hora de ejercicio o más al día, resalta el
estudio.
“Para mucha gente que tiene trabajos de
oficina y se desplaza en un vehículo al trabajo no hay forma de evitar pasar
mucho tiempo sentado”, reconoce Ulf Ekelund, de la Universidad de Cambridge y
la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte. “No podríamos destacar más la
importancia de hacer ejercicio, ya sea dar un paseo a la hora de la comida,
correr un poco por la mañana o ir en bici al trabajo. Una hora al día es lo
ideal, pero si esto es imposible, al menos hacer un poco de deporte al día
también reduce el riesgo [de muerte prematura]”, resalta. Estudios anteriores
han calculado que cada minuto de actividad física puede aportar hasta siete más
de vida.
Ha habido un aumento en los países que han
puesto en marcha campañas de promoción del ejercicio, según otro de los
estudios publicados hoy. El ejercicio no solo frena las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes o el cáncer, sino que también “podría evitar unos
300.000 casos de demencia al año”, resalta Jim Sallis, de la Universidad de
California en San Diego. A pesar de ello, lamenta, “la pandemia global de
inactividad física sigue ahí y la respuesta global ha sido demasiado lenta”.
Los estudios piden una mayor implicación y
compromiso de las autoridades sanitarias. Otro trabajo enumera intervenciones
exitosas y con un coste bajo, como la realizada en Curitiba (Brasil), Bogotá
(Colombia) y Cambridge (Reino Unido), donde se ha aumentado la distancia entre
paradas de autobuses y esto ha logrado que la gente ande más.
Además de los incuestionables beneficios en salud, el ejercicio también puede ahorrar ingentes cantidades de dinero a las arcas públicas. En este sentido, otro estudio ha calculado por primera vez el coste sanitario del sedentarismo: unos 60.000 millones de euros al año en precios de 2013. En España los costes totales son de algo más de 2.000 millones de euros.
Fuentes: El País, The Lancet
Además de los incuestionables beneficios en salud, el ejercicio también puede ahorrar ingentes cantidades de dinero a las arcas públicas. En este sentido, otro estudio ha calculado por primera vez el coste sanitario del sedentarismo: unos 60.000 millones de euros al año en precios de 2013. En España los costes totales son de algo más de 2.000 millones de euros.
Fuentes: El País, The Lancet
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