Desde el 2008 el sector ha menguado tanto en
número de entidades (de 60 a menos de 20) como en oficinas (un 28% menos, hasta
30.853) y, sobre todo, en plantilla: 75.347 empleados menos. Y esta tendencia
ha vuelto a acelerarse en 2016 por la evolución de los resultados de la banca.
Según los datos del primer semestre presentados
la semana pasada, los siete principales bancos de la Bolsa española (Santander,
BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell, Popular y Bankinter) han ganado 6.667,2
millones de euros, es decir, un 26,09% menos que en el mismo periodo de 2015.
La presión sobre los márgenes junto a la baja
rentabilidad del negocio vuelve a hacer mella en sus balances, eso sí, saneados
hasta la fecha como demostraron los test de estrés financieros publicados por la EBA el
pasado viernes.
Según la visión del Banco de España, el sector
bancario español ha dejado atrás las pérdidas muy elevadas de 2012 y registra
desde 2015 niveles positivos y crecientes de ROE (rentabilidad sobre el capital
o recursos propios) en el negocio en España, que supera más del 5% desde
mediados de 2015, pero es insuficiente para que el sector sea sostenible.
El mensaje del supervisor se ha ido endureciendo progresivamente
hasta que en mayo fue contundente a la hora de reclamar fusiones entre
entidades, reducción de estructura y más despidos.
En este sentido, las grandes entidades han
comenzado a mover ficha. Santander fue el primero en poner sobre la mesa un ERE
y el cierre de 400 oficinas. BBVA también tiene en marcha el cierre de 400
sucursales por la integración de Catalunya Banc, así como la baja de más de
1.500 empleados. Pese a que no ha cuantificado los nuevos ajustes de plantilla
que prevé poner en marcha, si ha mostrado su disposición a seguir recortando
costes por la vía de los empleados y oficinas.
Sin embargo, los planes más drásticos, todavía
por concretar, están en marcha en el Banco Popular, que podría afectar a uno de
cada cinco empleados (hasta 3.000 trabajadores) y gran parte de su red de
oficinas.
Con todo, la banca española continúa con un
proceso de ajuste que no parece tener fin y que tiene su epicentro en la crisis
financiera de 2008, así como en el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en
España, un problema local que no han tenido en otros países. En los últimos
siete años, el sector ha perdido 75.347 empleos, hasta poco más de 202.000
trabajadores, según los datos del Banco de España al cierre de 2015.
También el sector está metiendo la tijera a fondo en el número de oficinas: sólo desde 2010, el número de sucursales bancarias en España se ha reducido en un 28%, hasta los 30.853 y se espera que concluya 2016 por debajo de las 30.000, su cifra más baja desde principios de los años 80. Tampoco las plantillas se librarán de sufrir nuevos recortes y serán más pequeñas al cierre del ejercicio por octavo año consecutivo.
También el sector está metiendo la tijera a fondo en el número de oficinas: sólo desde 2010, el número de sucursales bancarias en España se ha reducido en un 28%, hasta los 30.853 y se espera que concluya 2016 por debajo de las 30.000, su cifra más baja desde principios de los años 80. Tampoco las plantillas se librarán de sufrir nuevos recortes y serán más pequeñas al cierre del ejercicio por octavo año consecutivo.
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