lunes, 15 de febrero de 2016

Economía deja fuera del semáforo de riesgos a los fondos de inversión: Tentación para desalmados

El nuevo semáforo del riesgo, el sistema que obliga a los bancos a informar a sus clientes a la hora de contratar un producto financiero, creado por Economía, nace con algunas deficiencias. Desde varias de las asociaciones de consumidores alertan de que no evitará que se repitan los grandes fraudes masivos que la banca ha cometido en los últimos años, como la venta de preferentes. La norma coloca al mismo nivel las acciones y un producto complejo como son los bonos convertibles. En algunos casos sólo se advierte de que hay riesgos de perder parte del dinero invertido. Además, los fondos, Sicavs, warrants y otros derivados quedan fuera de la clasificación.
Economía no incluye los derivados en su semáforo del inversor, mientras la CNMV avisa de la comercialización agresiva de fondos
La norma, que parte del Ministerio de Economía, clasifica el nivel de riesgo de los productos financieros y tiene como objetivo que los inversores puedan conocer de un vistazo a qué se atienen cuando contratan un determinado producto, sin tener que leer necesariamente la letra pequeña. Sin embargo, la redacción final de la orden ministerial ha dejado fuera a varios productos, como los fondos de inversión, los ETF (fondos cotizados) o las Sicav.
La CNMV avisa directamente que hay entidades que ofrecen información insuficiente, dado que únicamente difunden rentabilidades históricas correspondientes al último año, o al año en curso. También incide en la información para gente no formada, ya que muchos comentarios presuponen que invertir en determinados tipos de fondos no supone riesgo para el inversor o que con determinados fondos se obtendrá una rentabilidad superior a la de otros productos financieros. En definitiva, la CNMV advierte de que la forma con que muchos fondos de inversión se están comercializando es engañosa.
El mundo de los fondos de inversión es muy amplio. Los hay desde muy conservadores hasta muy arriesgados, pero siempre conllevan un riesgo. Así, a mitad de 2015, Inverco, la asociación del sector de fondos, alertaba de el número de ahorradores que han perdido dinero asciende a 1,3 millones, aunque sólo tres de los fondos comercializados en España estaban en pérdidas: renta fija en euros a corto plazo, renta fija en euros a largo plazo y garantizados de renta fija. Inverco cuantifica en 37.000 millones de euros el montante total perdido en 2015. Asimismo, entre los más conservadores que existen, los monetarios, más del 70% están en negativo. Eso no impide que su rentabilidad media sea positiva.
El traspaso masivo de los clientes de la banca de depósitos a fondos de inversión tiene un pero: la mayoría de estos clientes no saben qué son los fondos de inversión.
Según un estudio europeo realizado por ING, el 59,7% de los españoles asegura desconocer en qué consiste este producto financiero, muy por encima de la media europea del 31%.
Es decir, que al grueso de los clientes bancarios le están colocando unos productos que no conoce bien, lo cual le puede acarrear problemas en el futuro.
Y si no conoce el concepto de inversión colectiva, menos aún va a comprender las diferentes categorías de fondos, sus niveles de riesgo y de rentabilidad objetivo, la diferencia entre gestión activa y pasiva o la necesidad de diversificar en diferentes mercados.
El estudio de ING muestra otro dato aún más preocupante: sólo el 5,9% de los encuestados
responde que tiene dinero invertido en fondos de inversión, algo que no encaja con los 245.782 millones que las familias españolas tienen invertidos en estos productos, según el Banco de España.
La aparente conclusión de este contraste es que una gran parte de los partícipes de los fondos de inversión directamente no sabe que tiene su dinero en fondos de inversión.
Y ya se sabe, que ante una incorrecta información, cuando no engañosa adrede, siempre aparecen los desalmados (sería mejor decir "chorizos") que no dudan en esquilmar los ahorros a quien sea. Y aquí metemos tanto empresas bancarias como a algunos de los empleados que, conforme a su mala profesionalidad, de forma consciente no dan la correcta información con tal de llegar a unos objetivos que le dejen en buena posición ante sus superiores a la vez que les supone cobrar unos sucios incentivos. 

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