Desde hace tiempo que los empleados del sector financiero en su conjunto, estamos sufriendo las iras de la ciudadanía por problemas que ha generado la crisis y la mala gestión de nuestras empresas en buscar soluciones, así como reparar las comercialización indebida e incontrolada de productos financieros tóxicos. Así mismo, los propios clientes y usuarios de nuestros servicios se quejan cada vez más del tiempo que deben de esperar en nuestras oficinas para ser atendidos. Tardanza que se produce porque nuestro banco está esquilmando cada vez más las plantillas, dejando muchas oficina auténticamente desabastecidas. Sucursales, no ya con dos empleados, ¡sino con uno! son muy frecuentes. Y encima, muchas veces incumpliendo la legalidad de seguridad, al dejar a un operativo solo en una oficina, cuando resulta indispensable que la misma cuente con un responsable de seguridad, que obligatoriamente debe de ser un apoderado.
Las malas palabras, los malos modos, los insultos, las amenazas, las persecuciones e incluso en ocasiones las agresiones, no ya las verbales, sino lo que es peor, las físicas son moneda corriente en nuestra entidad.
Así mismo, estas desagradables situaciones resultan comunes en las demás entidades de nuestro sector.
Por todo ello, en los últimos tiempos están saliendo a la luz pública noticias en las que denunciamos la agresividad que sufrimos los trabajadores del sector financiero. Unas veces nos han publicado, otras no hemos tenido tanta suerte.
Los trabajadores y la ciudadanía somos miembros de la misma sociedad, y ambos estamos bajo la tiranía financiera y laboral de quienes dirigen las entidades. Los clientes soportando unas condiciones, cada vez más monopolizadas por las grandes entidades y nosotros soportando la presión sobre los objetivos y las
prolongaciones de jornada sin retribución.
El asedio a los empleados no es la solución a los problemas de nadie.
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