La Unión General de Trabajadores considera indignante la actuación de las
instituciones europeas y los gobiernos comunitarios ante el drama humano que se
está viviendo en la actualidad dentro de las fronteras de la UE. El sindicato
considera paradójico que en el documento que la Comisión Europea llevará a la I
Cumbre Mundial Humanitaria el próximo mes de mayo no se haga ni una sola
alusión a la cruel situación humanitaria actual.
Además, reprocha a los gobiernos europeos, incluido el español, que estén
actuando en contra de la propia recomendación de la Comisión de reafirmar la
responsabilidad común de proteger vidas humanas bajo los principios de
solidaridad, dignidad e integridad. Por ello, UGT reclama otra Europa, que no
actúe tarde, mal y nunca y reafirme un modelo social digno e igualitario que no
condene el futuro de sus habitantes.
Se ha hecho público recientemente el documento de posición y las
recomendaciones que llevará la Comisión Europea a la I Cumbre Mundial
Humanitaria, impulsada por Naciones Unidas, que se celebrara en el mes de mayo
de 2016 en Estambul.
Para UGT, las recomendaciones de la Unión en materia de ayuda humanitaria
podrían incluso ser irreprochables en un escenario que no fuera el actual. Pero
es imposible leer este documento y olvidar la realidad de cientos de miles de
personas que ya están en la Unión, la de quienes tratan de alcanzar el
territorio europeo y la actuación de las propias instituciones europeas y de
sus estados miembros. Y, sin embargo, el documento se ha redactado sin una sola
alusión al drama humano y al espectáculo político que estamos viviendo dentro
de las propias fronteras de la Unión Europea.
A no ser que la Unión considere que la catástrofe por la que estamos
pasando, los muertos en las costas de la Unión y la situación de las personas
que ya se encuentran en territorio Europeo, no tiene nada que ver con la ayuda
humanitaria.
La Comisión recomienda, en este documento, reafirmar la responsabilidad
común de proteger vidas humanas y prestar ayuda humanitaria, y confirmar, entre
los principios básicos comunes, los valores de la dignidad, integridad y
solidaridad, los principios humanitarios, el cumplimiento de las obligaciones
que se derivan del Derecho Internacional humanitario y el compromiso de
mantener la labor humanitaria separada de los programas políticos.
Para el sindicato, es doloroso e indignante confrontar esta recomendación
con la actuación de las instituciones europeas y los Gobiernos de los estados
miembros, incluido el español. Porque proteger vidas y prestar ayuda
humanitaria, es una necesidad ya, ahora y dentro del territorio de la Unión.
Porque las instituciones europeas y los gobiernos de los estados miembros están
perdiendo la dignidad, y desde luego no saben nada de solidaridad, ni con las
personas, ni, como nos ha demostrado el Gobierno español, entre los
estados.
Porque no se están cumpliendo ni los principios humanitarios, ni las
obligaciones del derecho internacional respecto a potenciales solicitantes de
asilo y tanto el tema de la inmigración como el de la ayuda humanitaria están
entrando y siendo utilizados en los programas electorales.
La Unión Europea y los gobiernos de los estados miembros se están jugando
su credibilidad, y la están perdiendo; están poniendo en cuestión los mejores
valores que dieron origen a la Unión. Pero, peor aún, están utilizando la
dramática situación de los inmigrantes, sus vidas y su muerte, para, al mismo
tiempo, servir a sus particulares intereses económicos y políticos.
No podemos engañarnos; cuando se habla de poner límites a la libre
circulación si no hay un reparto de solicitantes de asilo, no es solo para
evitar el tránsito de inmigrantes por los estados miembros, sino también para
dificultar la libre circulación de nacionales europeos de aquellos países, que
como el nuestro, están en peor situación. Y esto, el control de cierto tipo de
inmigración, es un aspecto que vende en los programas electorales de los
partidos políticos, y no solo en los de la más rancia y peligrosa ultraderecha.
UGT no puede por menos que volver a reiterar que la postura del Gobierno español
en esta materia está siendo impresentable y cruel, como muchas de las
actuaciones que ha llevado a cabo en este país a lo largo de los últimos años y
que afectan al conjunto de la sociedad. Si no nos gusta la palabra reparto o
cuota de refugiados, llamémoslo compartir responsabilidades y solidaridad con
las personas y con otros estados miembros.
La postura española, de negarse a aceptar un número que, por otra parte
resulta ridículo en comparación a todos los posibles solicitantes de asilo que
se encuentran en Grecia, Italia o en terceros países, es vergonzosa; que
el argumento sea el desempleo y la situación económica de este país ya es
indignante, más aun cuando para otras cosas el Gobierno no tiene reparos en
vender una recuperación del empleo y unos logros económicos que solo
existen en sus discursos y no en la realidad.
Decir que España no puede acoger a refugiados porque ya tenemos y nos
gastamos mucho dinero en acoger y atender a las personas que llegan de manera
irregular a las costas españoles es, directamente, contrario a la verdad. En el
proyecto de presupuestos generales del estado para el año 2016 la partida
destinada a la atención de inmigrantes llegados a costas españolas y en
asentamientos no llega a los dos millones de euros.
Las excusas del Gobierno español, según UGT, están condicionadas por la
proximidad de las elecciones generales y, evidentemente, por un trasfondo
ideológico que no entiende de solidaridad, ni de igualdad y que considera a los
extranjeros, los que tienen menos recursos, un mero instrumento y no parte de
la población. Y en cualquier caso, aun con una tasa de paro elevada, España no
puede, ni ética ni legalmente, eludir el cumplimiento de los compromisos
internacionales.
España debería haberse puesto al frente de los países en exigir una cumbre
europea donde alcanzar decisiones rápidas, para salvar vidas, para prestar
ayuda humanitaria, para compartir responsabilidades entre todos los estados
miembros, en un tema que forma parte de las raíces de la historia reciente de
Europa, del nacimiento de la Unión Europea y de la memoria histórica de
nuestro país.
El Gobierno español debería recordar nuestro propio pasado de refugiados
políticos y económicos y cómo las normas internacionales les protegieron y
muchos países les acogieron. En lugar de eso, se ha alineado con los estados
miembros que están actuando de manera contraria a los convenios internacionales
y regateando a la baja, en un mercadeo impresentable, el número de solicitantes
de asilo que está dispuesto a acoger.
Ésta no es la Unión Europea que queremos. Una Unión que reacciona así,
tarde, mal y nunca, no priorizando la obligación de salvar vidas, no prestando
ayuda humanitaria, incumpliendo los convenios internacionales, volviendo la
vista a que sus estados miembros construyan vallas peligrosas, conviertan la
inmigración irregular en un delito y no permitan la entrada en su territorio a
posibles solicitantes de asilo.
Una Unión así no es una Europa social, no tiene valores de dignidad, igualdad y solidaridad, ni principios éticos. Una Europa así, en el futuro, hará lo mismo con aquellas personas con menores recursos económicos. De hecho ya lo hace, que son nacionales de los estados miembros.
Una Unión así no es una Europa social, no tiene valores de dignidad, igualdad y solidaridad, ni principios éticos. Una Europa así, en el futuro, hará lo mismo con aquellas personas con menores recursos económicos. De hecho ya lo hace, que son nacionales de los estados miembros.
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