Según datos del
estudio Impact presentados en un congreso médico en Santa Eulalia del
Río (Ibiza), en solo cuatro años las depresiones graves han experimentado en
España un aumento del 2,3%, y las menos graves del 1,8%. Los años en cuestión
son los que van de 2006 a 2010; en medio, el estallido de la crisis.
No es solo la depresión. Han crecido más incluso,
proporcionalmente, la dependencia y el abuso del alcohol; algo menos, otras
patologías tales como la ansiedad (1,9%) y la angustia (1,8%). La cuestión de
los suicidios es controvertida. Según un titular de la información que manejo
(El País 15.6), el informe señala que se ha dado un aumento en cifras
absolutas, pero “no significativo”. De la lectura del artículo se desprende
otra cosa. Según el Instituto Nacional de Estadística, el número de suicidios
subió de 3.158 casos en 2010 a 3.870 casos en 2013, pero en este último año
hubo un cambio metodológico, lo que oscurece la significación de las cifras por
falta de homología.
Bien, pero no es igual decir que es prematuro aún
evaluar la significación de un aumento considerable en el número de suicidios,
a sostener que tal significación no existe en absoluto.
Hay una realidad detrás de las estadísticas: la
sociedad española está más enferma, más inerme, más abatida. La depresión
afecta sobre todo a personas jóvenes, y representa el 10% del total de las
bajas laborales, con una duración media de 36 días. Un trabajo presentado en la
misma ocasión, basado en entrevistas a más de 1.000 personas, señala que la depresión
es hoy una situación sintomática en la población laboral. Los estratos sociales
con peores resultados son las mujeres, los mayores de 55 años y los empleados
de empresas pequeñas; en una palabra, los colectivos más
desprotegidos y por consiguiente los que tienen más miedo de perder el
empleo. Un 37,4% de los encuestados «no sabe lo que haría» en caso de padecer
una depresión; otro 30,1% sí lo sabe: no se lo diría a nadie. El número de
quienes se declaran dispuestos a no coger la baja en caso de sufrir una
depresión se eleva al 64%; dos de cada tres trabajadores.
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