El pasado viernes 15 de mayo, CaixaBank
convocó a los representantes legales de los trabajadores para el inicio de
negociaciones de un nuevo ERE, invocando los artículos del Estatuto de los
Trabajadores correspondientes a la movilidad geográfica, modificación sustancial de condiciones de trabajo y despido
colectivo. A falta de alguna concreción
de las medidas propuestas UGT se ha manifestado contra la adopción de cualquier medida que no
sea voluntaria, y a favor del cumplimiento de los acuerdos vigentes especialmente sobre el
respeto de la jornada laboral, los compromisos de contratación y de acercamiento de los trasladados.
La empresa manifestó que espera resolver sus
desajustes territoriales: es decir, pretende
negociar medidas que afecten sólo a donde, según sus criterios, sobran trabajadores. Tasan este excedente en 750.
Justo cuando se vislumbra un repunte de la
actividad financiera, y empiezan ya a consolidarse beneficios más que
aceptables en todo el sector financiero, plantear una modificación sustancial de condiciones de trabajo no
parece el mejor medio de conseguir una plantilla comprometida con su empresa.
Lo que tocaría ahora es consolidar y mejorar las condiciones laborales, no sólo las
económicas.
Para negociar y encontrar la mejor solución a
estos problemas, la empresa no necesita ampararse en lo más duro de la Reforma Laboral; le basta con tener voluntad de llegar a
acuerdos satisfactorios, y voluntad de cumplirlos.
Sin embargo el escenario de partida que
a tomado CaixaBank es sombrío: una negociación que de no acabar en acuerdo
puede terminar en la aplicación de medidas unilaterales.
Desde UGT siempre rechazaremos las medidas traumáticas en la solución de los conflictos y sólo aceptaremos medidas voluntarias.
Desde UGT siempre rechazaremos las medidas traumáticas en la solución de los conflictos y sólo aceptaremos medidas voluntarias.
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