jueves, 7 de agosto de 2014

Futuros zombies bancarios

Aumentos de peso porque el cuerpo busca azúcares. Mayor tendencia a la obesidad con todos los problemas que esto acarrea. Menores defensas y más enfermedades por tanto. Más facilidad para contraer cáncer. Mayor riesgo cardíaco, hipertensión, arritmias. Trastornos digestivos, colón irritable. Trastornos respiratorios como el asma. Envejecimiento prematuro de la piel. Mayor riesgo de depresión y de baja autoestima. Falta de atención. Separaciones, divorcios, hijos desatendidos con adolescencias problemáticas, embarazos problemáticos. Todos esos son los efectos a largo plazo del estrés crónico.
La enfermedad se gesta con dos vectores estirando uno de cada brazo. Por un lado la cantidad de trabajo a asumir y el tiempo disponible. Es imposible acabar todas las tareas asignadas en el horario legal de trabajo. Y los objetivos comerciales de captación se han convertido en quimeras comerciales, puros deseos ficticios que las plantillas remedian con trucos y alguna mentira. Mentiras que los altos directivos leen con autocomplacencia. Pero te machacan mentalmente.
Por otro lado, esa diferencia entre carga de trabajo y tiempo disponible ha pasado de ser coyuntural a estructural. En el pasado había una acumulación coyuntural que se resolvía con una actuación coyuntural. Se acumulaba suciedad bajo la alfombra que un día decidías levantar y tirar. Eso te permitía un respiro de unos días quizá semanas. Te ibas a casa satisfecho y con la sensación de nitidez mental. Esto ha desaparecido. Todos los días se genera mierda bajo la alfombra. El trabajo es inasumible. No hay descanso. No te da tiempo a hablar con nadie. Ni con los clientes ni con los compañeros. Las plantillas están calculadas para exprimir al máximo a los empleados. El estrés es una especie de partida contable de amortización de los activos humanos.
El trabajo de banca no es un trabajo exclusivamente comercial de captación social y conversacional. Subsisten un montón de trabajos administrativos cuyo cálculo temporal la empresa obvia. Y no sólo eso, existen un montón de intangibles que la empresa no valora. ¿Cuánto vale que alguien te escuche cuando tienes un problema financiero? ¿O que te sonría cuando algo que para ti es un mundo se resuelve enseguida? Un empleado o empleada estresado no podrá ni atender, ni entender ni sonreír.  La densidad de las tareas es constante y además salpicada de interrupciones constantes por la atención al público. No hay programación de trabajo que soporte una puerta abierta siete horas al día con trasiego de gente. Las empresas de banca quieren todo. Soplar y sorber. Atención al público permanente, horario de caja abierto todo el día y además una agenda comercial programada, y un trabajo administrativo invisible y no valorado.
Por tanto, extensión de tiempo, densidad de tiempo y organización del trabajo. La combinación de los tres virus tiene carácter de pandemia. El coste burocrático de venta se ha duplicado. Antes hacías una venta, esa venta computaba en tu oficina y dentro de un tiempo se comprobaba si las cosas iban bien. Eso ha pasado a ser diario. Cada día se transmiten las ventas. Ahora no hay que vender solamente. Ahora se programa una venta, se hace la venta y se comunica la venta. Son tres trabajos para la misma venta.
Este ritmo sostenido va a generar un problema muy serio en el futuro. Si no removemos las causas tendremos que hacer frente a las consecuencias.
Alguien también puede decir que tenemos buenos sueldos. Pero llega un momento en que estás cambiando salud por dinero. Vendes vida a cambio de dinero. Estás acortando tu vida o saltándotela por unos miles de euros.

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