Artículo de Juan Torres López (Granada, 1954) economista. Es miembro del Consejo Científico de Attac España y catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Sevilla.
Las
últimas declaraciones de Emilio Botín diciendo que España vive un momento
fantástico son una verdad como un templo. Siempre, claro está, que diga que
para él y los suyos.
Es cierto
que España vive un momento de gloria: las reformas que han venido realizando
antes el gobierno de Zapatero y ahora el de Rajoy han ido exclusivamente
encaminadas a recuperar a los bancos privados insolventes por su irresponsable
política crediticia y a dar más poder de negociación y decisión a las grandes
empresas. Los resultados son claros: una caída gigantesca de los salarios, que
directamente redunda en aumento de beneficios empresariales, mayor
concentración bancaria y negocios impresionantes para los bancos y las grandes
empresas que han hecho de España la nación más desigual de nuestro entorno. A
costa, eso sí, de una destrucción de empleo gigantesca, de miles de empresas
arruinadas y de millones de personas que han perdido todo, bienes, viviendas y
derechos sociales.
Todo ha sido
concebido para que los banqueros como Botín y los grandes propietarios
recuperen las posiciones que tenían antes de la crisis que ellos han provocado
y ahora es lógico que todas esas medidas den resultados que les parecen
fantásticos.
Pero ni
siquiera así se puede admitir que lo que dice Botín sea del todo cierto.
Por un lado, las entradas de capital a las que alude no se han reflejado aún en
los datos oficiales del Banco de España, de modo que si se atreve a decir que
están produciéndose debe ser porque las nota en sus bolsillos. Y las empresas
normales y corrientes no sienten, por el contrario, que les haya mejorado la
afluencia del crédito y el impulso financiero que necesitan para salir
adelante. De hecho, se estima que en 2014 van a cerrar un 25% más empresas que
en este año.
Sí parece que se están produciendo entradas de capital procedentes de fondos de
inversión que se están quedando con miles de inmuebles y propiedades de todo
tipo, lo que debe estar dejando buenas comisiones en bancos e inmobiliarias
ligadas a ellos y lo que seguramente se traduzca en unas décimas de incremento
en el PIB de los próximos meses.
Pero ¿acaso
se puede considerar eso suficiente, o fantástico, cuando los datos que reflejan
la evolución real de la economía (exportaciones, crédito, empleo, producción
industrial, ventas al por menor etc.) empeoran?
Es muy
posible que estas entradas de capital puramente especulativo y voraz sigan
produciéndose pero de ninguna manera puede considerarse, ni siquiera aunque
vayan a traducirse con toda probabilidad en un leve crecimiento del PIB, como
un augurio de que la economía española se recupera porque ni van a traer
aumento del empleo, ni más o mejor vida para las empresas, ni más
competitividad (suponiendo que sea eso lo que necesitemos), ni más actividades
que a medio plazo permitan generar nuevos ingresos.
Lo que le
ocurre a Botín no es nuevo. Sufre el mismo tipo de distorsión cognitiva que ha
afectado siempre a las clases ricas españolas: confunden el todo con la parte,
sus intereses con los del conjunto de los españoles.
Y lo
lamentable no es que personajes como Botín sufran ese tipo de maligna
disonancia sino que actúan en consecuencia y nos llevan a todos al precipicio.
Botín es un
banquero que si en España hubiera Justicia, gobiernos decentes y democracia
estaría en la cárcel desde hace tiempo.
Como he
explicado en varios lugares, el diario El País informó el 27 de mayo de 2008
que, para defenderse de la acusación de supuestos favores al Banco de Santander,
el ex Ministro de Economía Rodrigo Rato presentó un escrito de la ex-Secretaria
de Estado de Justicia y luego Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa
Fernández de la Vega, “en la que ésta pidió el 25 de abril de 1996 que se
cursaran al Abogado del Estado “instrucciones” sobre su actuación en el caso de
las cesiones de crédito”, concretamente, pidiendo que no se dirigiera “acción
penal alguna por presunto delito contra la Hacienda Pública, contra la citada
entidad bancaria o sus representantes”. Gracias a ello, su presidente no tuvo
que ser juzgado por unas actuaciones que el diario digital el Confidencial de
21 de septiembre de 2006 describió de la siguiente forma: “Durante los años
1988 y 1989, el Santander manejó cerca de medio billón de pesetas de dinero
negro, que provenía de fuentes financieras más o menos inconfesables (…) El
banco entregó al Fisco información falsa sobre 9.566 operaciones formalizadas
que representaban 145.120 millones de pesetas. (…) A tal efecto, no dudó en
declarar como titulares de las cesiones a personas fallecidas, emigrantes no
residentes en España, ancianos desvalidos, trabajadores en paro, familiares de
empleados del banco, antiguos clientes que ya no mantenían relación alguna con
la entidad, etcétera. Como consecuencia del descubrimiento de esa serie de
irregularidades, la acusación solicitó para el presidente del Banco de
Santander, Emilio Botín un total de 170 años de prisión y una multa de
46.242.233,92 euros (7.694.060.334 pesetas), además de una responsabilidad
civil de 84.935.195,86 euros (14.132.027.499 pesetas), que es el perjuicio
causado con su actuación a la Hacienda Pública”.
Como digo,
si en España hubiera Justicia al señor Botín se le hubiera enjuiciado y
condenado. Si hubiera gobiernos decentes la señora Fernández de la Vega (que
ahora se sienta en el Consejo de Estado) nunca hubiera dado esa orden. Y si
hubiera democracia toda la gente sabría qué sucedió y al señor Botín le daría
vergüenza de decir las cosas que dice porque lo correrían a gorrazos por las
calles. Mejor dicho, con toda probabilidad, por los patios de una cárcel.
De la misma
naturaleza es su juicio sobre el ex ministro de Economía Rodrigo Rato de quien
dice que fue el mejor de la democracia. Es natural que lo diga: solo con la
vergonzosa concesión de desgravaciones fiscales con el dinero de todos los
españoles a las empresas que invirtieran en el exterior (como el banco del
señor Botín) ya le hizo un favor suficiente como para justificar que lo siente
ahora en sus sillones y lo mitifique de esa forma. Su gestión en Bankia
engañando a miles de personas, su política que dio lugar a la crisis, o su
ceguera para anticiparla aquí o en el FMI no tiene importancia. Pelillos a la
mar que el negocio es el negocio.
Una ventaja
tienen, eso sí, las declaraciones de Botón. Permiten comprobar a quien tuviera
alguna duda qué tipo de salida es la que quieren darle a la crisis y la que le
van a dar si no hay una respuesta social contundente que quite de una vez el
Boletín Oficial del Estado a los gestores del señor Botín y compañía que
gobiernan contra España: no la que recupere el empleo, el salario, la actividad
empresarial y el bienestar social, sino la que permita que siga aumentando la
riqueza de los ya de por sí más ricos que provocaron la crisis, los que
fomentaron artificialmente una deuda privada y empresarial gigantesca a base de
endeudarse ellos mismos y cuyos costes quieren ahora pasar a las espaldas de
los de siempre.
Los grandes cerebros diseñaron la venta de Altamira al fondo Apollo, pero los inmuebles siguen en el balance del Banco, bien este renting, signfica que los pisos que no se vendan revertirán al Banco con la consiguiente perdida, con este jefes tan listos que solo ven a corto plazo estamos perdidos.
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