La crisis en España, a diferencia de otros países de la UE, está
sirviendo como excusa para imponer un nuevo modelo menos social y un cambio
estructural en la distribución de la renta. De tal forma, que en el periodo
comprendido entre el último trimestre de 2008 y el último trimestre de 2012,
las rentas del trabajo han perdido peso en el PIB total, 5,2 puntos
porcentuales; por el contrario, ha aumentado el peso de las rentas del capital
en 3,6 puntos porcentuales.
Este comportamiento
en la distribución de las rentas durante la crisis no está extendido en Europa
(salvo casos como Portugal), pues las rentas de trabajo y del capital mantienen
la estructura previa a la crisis. Es más en países como Alemania, Francia, Países
Bajos, Finlandia y Reino Unido el resultado es el opuesto: han ganado peso las
rentas del trabajo en detrimento de las rentas del capital.
A esta evolución hay
que añadir la situación previa. Las economías más desarrolladas de la UE
(Alemania, Francia, Reino Unido, Bélgica, Holanda, Dinamarca o Finlandia)
presentan un peso más elevado de las rentas del trabajo frente a las del
capital. Por el contrario, las menos desarrolladas (las del este europeo, junto
con Italia, España y Portugal) la situación es la opuesta: dominan las rentas
del capital.
Por otra parte,
llama la atención el diferente comportamiento de la productividad en España
respecto a Europa. En nuestra economía el principal ajuste de la actividad en
las empresas se realiza vía empleo y no producción. De tal forma, que en
nuestro país la productividad crece en épocas de crisis y disminuye en épocas
de expansión (carácter contracíclico de la productividad en España, a
diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de los países europeos).
Por otro lado, la
irrupción de la reforma laboral en la negociación colectiva está provocando una
creciente devaluación salarial. Los trabajadores pierden poder adquisitivo
desde el comienzo de la crisis (entre 2011 y 2012 se acumula una pérdida de 1,7
puntos).
Así, las políticas
de ajuste y recortes están provocando un deterioro significativo en la
capacidad adquisitiva de las rentas de trabajo, en la calidad del empleo y en
el nivel de vida de la población, lo que obstaculiza la recuperación de la
demanda y de la actividad económica.
Frente a este tipo de políticas que incrementan las desigualdades
sociales UGT defiende otra política más justa y solidaria, basada en medidas
que impulsen la actividad económica y el empleo. En este sentido, demanda que
se reorienten los beneficios empresariales hacia la inversión y el empleo, en
actividades de mayor valor añadido, que permitan el crecimiento sostenible de
la economía española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario