Los datos de paro
correspondientes al mes de febrero muestran un aumento de 59.444 desempleados
respecto al mes anterior, situando la cifra total de parados en 5.040.222.
Cuando acaba de cumplirse un año de la aprobación de la reforma laboral, los
datos son estremecedores, ya que ha multiplicado la destrucción de empleo, ha
provocado mayor desigualdad en el mercado de trabajo y ha fomentado la
proporción de trabajadores en condiciones precarias y con menos derechos
sociales y laborales. Además, el Gobierno ha perdido una valiosa oportunidad
para estimular la creación de puestos de trabajo con la aprobación de las
medidas de apoyo al emprendedor y de estímulo al crecimiento y a la creación de
empleo, que se sustentan en los principios regresivos de la reforma laboral.
Para UGT, nuestro país debe recuperar la centralidad en el empleo, y eso pasa
por otras políticas, consensuadas, que tengan como objetivo primordial la
recuperación económica y del empleo y que estén sustentadas en la cohesión y la
igualdad social. Es hora de configurar sin demora una estrategia realista y
eficaz basada en el empleo y en el Estado de Bienestar.
Según los últimos datos publicados hoy por
los Servicios Públicos de Empleo (SPE), el número de personas registradas como
desempleadas asciende a 5.040.222, lo que supone un aumento de 59.444 parados
en relación con el mes anterior (un incremento del 1,19% en términos
relativos). En el último año, el número de personas desempleadas se ha
incrementado en 328.124, lo que supone un aumento del 6,96%.
Distinguiendo según género, el desempleo
aumenta en el último mes tanto entre los hombres, que suman 30.796 parados más
(un 1,25%), como entre las mujeres, para las que aumentó en 28.648 personas (un
1,14%). En términos anuales, los datos son igualmente negativos, habiéndose
incrementado el paro masculino en 150.362 personas (un 6,39%) y en 177.762 el
paro femenino (un 7,54%).
Entre los jóvenes (menores de 25 años), el
desempleo se incrementa en 16.026 personas (un 3,46%), aunque se reduce en
21.976 personas si lo comparamos con los desempleados en febrero de 2012. Por
su parte, el número de parados mayores de 25 años se incrementa en 43.418
personas (un 0,96%) en el último mes y en 350.100 personas (8,32%) en el último
año.
Por lo que respecta a los extranjeros, el
número de desempleados se eleva en términos mensuales en 5.591 personas (un
aumento del 0,9%), mientras que si lo comparamos con el año anterior se recoge
una caída del 4,2%, lo que supone 27.517 desempleados menos.
Por sectores de actividad, el paro registrado
se incrementa en todos ellos. El mayor incremento relativo se produce en la
agricultura, donde aumenta un 3,93% respecto al mes anterior (7.987
desempleados más), seguido del sector servicios donde aumenta en 39.788
personas (un 1,28%), la industria, donde sube en 1.581 personas (un 0,29%), y
de la construcción, donde se incrementa un 0,18%, es decir, en 1.377
desempleados más. En la comparación con el mes de febrero de 2012, el desempleo
crece en todos los sectores menos en la construcción: un 29,18% en agricultura
(47.704 parados más), un 3,28% en la industria (17.555 desempleados más) y un
12,05% en los servicios (337.922 parados más). Por su parte, en la construcción
se registran 47.245 parados menos (-5,85%) que en febrero de 2012.
Por otra parte, el número total de contratos
registrados en el mes de febrero se reduce un 4,05% con respecto al mismo mes
del año 2012, situándose en 949.844 contratos. Si lo comparamos con los
registrados en el mes anterior, los contratos registrados se reducen un 13,79%,
lo que supone que se firman 151.975 contratos menos. Del número total de
contratos registrados en febrero de 2013, sólo el 9,64% son de carácter
indefinido (91.584), habiéndose registrado, además, una reducción del 8,97% de
estos. Entre los indefinidos, caen en el último mes tanto los que son a tiempo
parcial (un 3,96%) como los que son a tiempo completo (un 12,17%).
Por último, la tasa de cobertura
(correspondiente al mes de enero de 2013) aumenta cuatro décimas respecto a la
registrada en el mes anterior, situándose en el 64,46%, aunque ha descendido en
más de cuatro puntos y medio si lo comparamos con la registrada en el año
anterior. El total de desempleados que no tiene cobertura en nuestro país se
alza hasta 1.977.826.
Cuando acaba de cumplirse un año desde que
fuera aprobada la reforma laboral, todos los datos con los que contamos a día
de hoy, ya sean referidos al nivel de actividad o al mercado de trabajo, son
estremecedores. Si hace unos días conocíamos que la actividad económica (medida
a través del PIB) caía en un 1,4% en el conjunto del año 2012, hoy hemos
conocido que el número de parados registrados en las oficinas de los Servicios
Públicos de Empleo superan los 5.040.222 millones, con lo que el número de
parados se ha incrementado en más de 328.124 trabajadores en sólo un año,
consecuencia, sin ningún género de duda, de la mencionada reforma laboral.
Esta reforma, lejos de cumplir el pretendido
objetivo del Gobierno de crear empleo –y continuamente puesto en duda desde
este sindicato- se ha mostrado como un elemento que ha fomentado y multiplicado
la destrucción de empleo, a lo que habría que añadir otros efectos colaterales
de extrema gravedad como que se haya conseguido provocar una mayor desigualdad
en el mercado de trabajo y haya aumentado la proporción de trabajadores en
condiciones precarias y con menos garantías y derechos laborales, fomentando la
inestabilidad en el empleo y reduciendo drásticamente su calidad.
Lamentablemente, pese a que la situación en
la que nos encontramos es dramática e insostenible por más tiempo, entre los
objetivos del Gobierno sigue sin encontrarse la recuperación de la actividad
económica y la centralidad del empleo, tal y como se puso de manifiesto hace
unos días con la aprobación del Real Decreto Ley 4/2013, de 22 de febrero, de
medidas de apoyo al emprendedor y de estímulo del crecimiento y de la creación
de empleo.
El mayor inconveniente del Real Decreto Ley
4/2013, más allá de la equivocada fórmula de aprobación a través de una figura
–el Real Decreto Ley- que está siendo utilizada con total discrecionalidad e
impunidad, por la falta de control judicial y parlamentario efectivo sobre las
decisiones del poder ejecutivo, y de que no haya contado con el respaldo de los
interlocutores sociales, es que se basa en una estrategia de empleo joven
sustentada en los principios regresivos incorporados a la reforma laboral
aprobada hace un año, teniendo como principal y único objetivo el ajuste de las
cuentas públicas y no el impulso de la actividad económica y el empleo, que
viene demandando esta organización. Esta iniciativa, nuevamente, vuelve a caer
en los mismos errores de las reformas anteriores: precariza el acceso al empleo
y las condiciones de trabajo de los trabajadores jóvenes a través de la
bonificación de la contratación temporal y no de la indefinida, desvincula el
contrato a tiempo parcial de la formación y aprueba otra serie de medidas
insuficientes e ineficaces, como la de los estímulos fiscales, como se acredita
con las datos de años anteriores.
Se ha perdido con ello, una vez más, una
valiosa oportunidad de lanzar un plan de estímulo para la creación empleo, que
es una exigencia de las instituciones comunitarias, en el que participen tanto
los poderes públicos –en los ámbitos estatal, autonómico y local- como los
interlocutores sociales, que busque aquellos yacimientos de empleo en sectores de
futuro que nos permitan crecer de forma sostenida y equilibrada en el tiempo,
con mayor valor añadido, permitiéndonos encarar la necesaria recuperación
económica y poner la bases en las que se asiente la actividad y el mercado de
trabajo de nuestro país en el futuro, lo que ya es de estricta y urgente
necesidad, evitando tentaciones especulativas de quienes quieran volver a poner
su confianza en el sector inmobiliario como salida a la crisis, y para no dejar
todas nuestras esperanzas en manos de la evolución de nuestras exportaciones en
un mercado internacional sobre el que pueden penden importantes incertidumbres.
Nuestro país debe recuperar, por lo tanto, la
centralidad en el empleo, y demandar que éste sea de calidad para evitar caer
en errores pasados, sin olvidarse, además, de la protección a los desempleados
y a aquellos trabajadores con mayores dificultades para incorporarse al mercado
laboral. En este sentido no podemos olvidar que la tasa de cobertura ha caído
más de cuatro puntos y medio en sólo un año, por lo que el riesgo de exclusión
social para muchos trabajadores no para de incrementarse.
Pero más allá de esta nueva oportunidad
pérdida, la terrible situación económica y social por la que atraviesa nuestro
país –y en gran parte de los países europeos- pone de manifiesto la necesidad
de un cambio inmediato en la política económica, tanto a nivel español como a
nivel comunitario. Un cambio, además, que debe ser consensuado social y
políticamente y que debe tener como objetivos básicos la recuperación del
crecimiento y del empleo, apoyados en la cohesión y la igualdad social. Es hora
de dejar atrás la disciplina fiscal como valor absoluto y la obsesión enfermiza
por el déficit “cueste lo que cueste”, que han dejado un reguero de 19 millones
de trabajadores sin empleo en la zona euro (y más de 26,2 millones en la Unión
Europea) según informó la agencia estadística europea, Eurostat, el pasado
viernes. Y es hora de empezar a configurar sin demora una estrategia realista y
eficaz, basada en el empleo y en el Estado de Bienestar. Los datos económicos,
y datos políticos derivados de recientes procesos electorales en países vecinos
son concluyentes. La política del avestruz llevada al día a día del trabajo de
la troika europea o de la práctica de los gobiernos, no va a llevarnos a buen
puerto ni va a generar dividendos.
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