domingo, 31 de marzo de 2013

La patronal dirige a los gobiernos contra la clase trabajadora


Sería un error considerar que los dirigentes europeos se han quedado ciegos. Su motivación no es ni la vuelta al crecimiento económico, ni la reducción de las asimetrías dentro de la Unión Europea con la finalidad de construir un conjunto más coherente en el que retornaría la prosperidad. La patronal que guía los actos de los gobiernos quiere avanzar hacia una ofensiva más grande a escala europea, contra los derechos económicos y sociales conquistados tras el final de la segunda guerra mundial. Desde este punto de vista, son un éxito las políticas llevadas a cabo durante estos últimos años.
Con políticas de austeridad que aumentan el desempleo, logran incrementar, cada vez más, la precarización del trabajo, disminuir su capacidad de resistencia y de lucha, reducir los salarios y los diversos subsidios sociales. Sin embargo, mantienen al mismo tiempo las enormes disparidades entre los trabajadores en la Unión Europea, con el fin de aumentar la competencia entre ellos. Uno de los objetivos perseguidos por los dirigentes europeos es mejorar la capacidad de las empresas europeas para conquistar cuotas de mercado a sus competidores en el resto del mundo. Para ello, es necesario reducir radicalmente el coste del trabajo, retomando su expresión. Esto implica infligir a los trabajadores europeos una rotunda derrota. También se persiguen otros objetivos: llevar adelante la ofensiva contra los servicios públicos, evitar tanto como sea posible las quiebras bancarios, reforzar el poder de los ejecutivos (Comisión Europea, gobiernos nacionales) frente al poder legislativo, reforzar las restricciones impuestas por los tratados a fin de consolidar las políticas favorables al capital …
El coste político electoral puede ser elevado, pero globalmente las grandes familias políticas tradicionales que dominan el escenario europeo apuestan a que, aunque perdieran las elecciones, recuperarían el poder en las elecciones siguientes. De todos modos, pasar a la oposición no implica perder una serie de posiciones adquiridas en el aparato del Estado, en las instituciones europeas, etc., sin olvidar los poderes locales (ciudades, entes regionales, comunidades autónomas).

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