martes, 3 de mayo de 2011

La banca de Francia y Alemania se lucra con España en sólo seis meses

Hace ahora un año, Europa empezó a convertirse en Europa en su versión austera, recortada, un sitio gobernado por las turbulencias de los mercados. Hace un año, la crisis de la deuda pública se despertaba y obligaba a los perplejos gobiernos europeos a diseñar un plan de rescate que evitase la quiebra de un país miembro. Grecia se les deshacía entre los dedos. Sus cifras eran humo. Su deuda, una bomba de relojería en el corazón de la moneda única. Empezaba el baile. Poco podían imaginar los españoles cuánto les iba a costar que se señalase al país como uno de los candidatos a caer. Y no sólo por los recortes y reformas estructurales por venir. También por el coste de la deuda y una operativa de la que se han beneficiado significativamente los bancos franceses y alemanes.

En mayo de 2010, Alemania aceptaba que se salvase a Grecia (por no decir a los bancos alemanes, cargados de deuda helena) a cambio de imponer por las bravas la cultura de la tijera a los países a los que se situó entre los sospechosos, España y su desbocado déficit entre ellos.

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