martes, 27 de junio de 2017

Los 10.000 millones en EPAs perdidos desde 2012 corroboran las ayudas a la banca, y no solo a las cajas, en el rescate

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Según publica Bolsamanía, por inacción, omisión, desconocimiento o el bloqueo parlamentario del PP, ”ahora no toca”, el rescate financiero de España de 2012 es el elefante en la arena del Congreso desde hace cinco años. Hasta ahora. Siempre estuvo ahí desde que puso al Estado al borde la quiebra. No por la oposición, sino por el oscurantismo con que el Gobierno fue trasladando los resultados de la reestructuración bancaria en España. Ahora se redescubre que uno de cada cinco euros destinados a sanear las cajas de ahorros y reforzar el sistema financiero se han perdido, según ha corroborado el Banco de España.
Sin embargo, el informe que ha dado a luz el Banco de España, y que explicará su gobernador, Luis María Linde, ante la comisión parlamentaria creada al efecto, señala el peor de los escenarios: más de 60.000 millones de pérdidas de 74.000 millones movilizados, en su gran mayoría, por el dinero de todos los europeos. Las cifras sacan a la luz el importe de los Esquemas de Protección de Activos (EPA) con los que se amparó a los bancos para que comprasen a las entidades en problemas o intervenidas por el FROB.
En los años 2008-2011, los cambios en el sistema financiero se centraron en el sector de cajas de ahorros, que experimentó una transformación radical, bien como consecuencia de proceso de integración, bien por la intervención directa del Banco de España. En total, se vieron afectadas 42 de las 45 entidades existentes a finales de 2007, describe el informe sobre la reestructuración que ha elaborado el supervisor.
La realidad es que las ayudas financieras públicas reforzaron al sistema, también a los bancos, y las entidades compradoras (que adquirieron entidades recapitalizadas) recibieron seguros antipérdidas, los EPAs, que compensaron a lo largo del tiempo, así como los créditos fiscales asumidos al integrar negocios en pérdidas.
El mantra esgrimido durante años por el sector bancario, “no se ayudó a los bancos, sino a las cajas”, queda ahora en entredicho. El exresponsable económico del PSOE y exministro, Jordi Sevilla, se ha encargado de recordarlo a raíz de la reciente intervención de Banco Popular. “Su situación ya hubiera dado para incorporarlo al proceso de rescate”, dijo este martes en Santander, al tiempo que señaló un “interés político” en vincular el rescate de 2012 a las cajas -que carecían de accionistas privados- y no a los bancos, los ganadores de la reestructuración.
Los EPAs, amén de una forma de saludar en País Vasco y Navarra o la periódica Encuesta de Población Activa, ha sido el oscuro objeto de deseo de la banca en cada una de las operaciones corporativas que se han sucedido en España desde 2010. Se trata, de forma sencilla, de seguros antiperdidas contra la adquisición de bancos en problemas a cambio de realizar un saneamiento de su balance, estructura y asumir sus obligaciones con los clientes.

Un Esquema de Protección de Activos (EPA) es un mecanismo por el que la institución que lo concede (el FGD o el FROB) garantiza a una entidad de crédito el valor de una cartera de activos, en todo o en parte, por encima de las provisiones constituidas por la entidad beneficiaria para cubrir dichos activos. “Dado que este mecanismo da cierta certidumbre sobre el valor de los activos cubiertos, es una herramienta especialmente útil para la venta de las entidades con problemas”, asegura el informe.
Según el BdE, en la reestructuración del sistema bancario español entre 2009 y 2014, se han utilizado dos tipos de EPA. Primero, aquellos en los que se fija de forma expresa el importe máximo de la garantía y en los que las pérdidas quedan cubiertas conforme lo solicita la entidad amparada. Fue el caso de la protección extendida por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) aCajastur (Liberbank) para hacerse con Caja Castilla-La Mancha (CCM). El FGD inyectó 1.740 millones de euros de ayudas al capital y un EPA de 1.715 millones.
Hay otro segundo tipo EPA en los que el garante cubrió un porcentaje de las pérdidas en que se incurra a medida que produciendo los números rojos. El resto lo paga el comprador. Es una garantía de riesgo compartido, como la usada con Cajasur para que fuera adquirida por BBK (Kutxa). Cada operación de saneamiento y el uso de EPAs fue un mundo diferente. En este caso, en julio de 2010 se aprobó la adjudicación de CajaSur a BBK con una EPA de de 392 millones de euros que cubría una cartera de 5.540 millones de euros.
Por ejemplo, tras la intervención en la Caja del Mediterráneo (CAM), el Fondo de Garantía de Depósitos aprobó ayudas en forma de capital por 5.249 millones de euros y la concesión de un esquema de protección de activos (EPA) a Banco Sabadell -el ganador de la subasta por la entidad- por un importe de 3.548 millones de euros adicionales. En el caso de Novacaixa Galicia(hoy Abanca), la entidad adjudicataria (el venezolano Banco Banesco) pagó 1.000 millones en un subasta, pero después de que el FROB hubiese inyectado un total de 9.000 millones entre capital y EPA por hacerse con la entidad.
BBVA se quedó con Unnim en 2010. La absorción de la unión de cajas catalanas (Sabadell, Terrasa, Manlleu) llevaba una dote de 953 millones de euros de capital del FGD y un EPA de 1.200 millones. También el banco azul -previo pago de 1.100 millones- se quedó con Catalunya Caixa, que recibido ayudas netas por valor de 12.000 millones antes de ser subasta a BBVA. También recibió ayudas Caixabank para resolver la situación de Banca Cívica y Banco de Valencia. En el caso de la primera, la entidad devolvió los casi 1.000 millones que había inyectado el FROB, pero en el banco levantino -un agujero negro que fue dejado caer la Bankia de Rato- asumió un EPA de 598 millones y ayudas anteriores de 5.498 millones.

Fuente: Bolsamanía

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