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Cuando empezó la crisis, en diciembre
de 2007, la banca
tenía prestados 457.000 millones entre el sector inmobiliario y el constructor.
Ese era el tamaño del problema con el que se entró en la recesión. El cañonazo
se llevó por delante al 70% de las cajas. Luego llegó la Sareb, el
banco malo, que se tragó 51.000 millones de activos malos de Bankia, BMN,
Catalunya Banc, Novagalicia, Banco de Valencia y Liberbank.
Desde entonces, el sector ha
provisionado por unos 282.000 millones para paliar el daño del
ladrillo en sus balances, pero no lo disuelto. En diciembre de 2015, octavo año
de crisis, aún quedan 213.000 millones entre activos dudosos y adjudicados. De ellos,
84.000 millones corresponden a embargos, que han aumentado un 1% en 2015.
Pero lo peor de esta partida son los 32.000 millones procedentes de inversiones
en suelo, lo más difícil de vender, aunque se recupere el ciclo inmobiliario.
Como apunta el catedrático de la
Universidad de Valencia, Joaquín Maudos, “con estos datos, la verdadera tasa de
mora del negocio en España es del 15,5%” frente al 10% de tasa oficial.
Si se baja al detalle, aparecen
diferencias importantes entre unos bancos y otros. Carmelo Tajadura, ex alto
directivo bancario y experto en análisis del sector, sostiene que la crisis no
ha concluido y considera que los activos del ladrillo “bajan con más lentitud
en unas entidades que en otras. Si a ello le unimos que el resultado de
explotación recurrente (sin operaciones financieras) en ocho de las 14
entidades supervisadas por el BCE está cerca del 0,50% sobre el total de
activos, nos lleva a una seria preocupación que explica la llamada del Banco de
España a las fusiones”.
Para Manuel Romera, profesor de
dirección financiera de IE Business School, la salida de esta situación pasa
por las fusiones “sobre todo porque es la única situación en la que todo el
mundo, incluido los sindicatos, aceptan realizar fuertes reducciones de
empleo”. Por el contra, José Luis Suárez, profesor del IESE, no cree que la
acumulación de ladrillo improductivo desencadene fusiones: “Habrá razones
estratégicas que pesen más, como la falta de rentabilidad y la proyección
internacional, que será un elemento clave”.
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