Según recogen algunos medios
informativos, Caixabank va a presentar en breve la mayor reestructuración de
plantilla de su historia reciente. La entidad ha aprobado un ajuste de su
fuerza laboral que supondría la
salida de unos 4.000 empleados, cerca del 12% del total. Isidro
Fainé pretende que las bajas sean pactadas con los sindicatos y realizadas por
vías no traumáticas.
Así lo han confirmado fuentes próximas al grupo financiero con
sede en Barcelona, que acabó 2012 con una plantilla de 32.625 personas, 5.632 más que el
año anterior. Ese aumento en el número
de empleados se debió a la adquisición de Banca Cívica y
a las anteriores absorciones de Caixa
Girona y de Bankpyme. A este número habrá que añadir los que
se incorporen del Banco de
Valencia este año.
Estas cuatro transacciones corporativas han elevado de forma
significativa los costes del Grupo Caixabank en un momento en el que el negocio
de la red de oficinas de cualquier entidad está en pérdidas en España por los
diferenciales de los tipos de interés y las provisiones por los créditos
fallidos. De hecho, en el caso de la entidad presidida por Isidro Fainé, los
costes de explotación crecieron el pasado año en 220 millones, un 6,7%, hasta
los 3.566 millones.
Ante esta situación y las perspectivas de que la economía española
no mejorará de forma significativa a corto plazo, Caixabank ha puesto en marcha un plan de
ajuste de dos años, 2013-2014, para que unos 4.000 empleados
dejen la entidad. La idea original es que gran parte de las bajas sean
voluntarias, mediante acuerdos con los representantes sindicales para evitar
despidos forzosos. Se pretende que la mayoría de las salidas sean incentivadas
o con prejubilaciones.
Fainé ya reconoció recientemente que la entidad debería amoldar la
estructura al entorno económico actual, aunque declinó dar detalles de cuál era
su plan. Caixabank se lo comunicará próximamente a los sindicatos para comenzar
las conversaciones lo antes posible. De los 4.000 empleados que deberán
abandonar la entidad, unos 3.200
procederán de la actual red de la Caixa y el resto de las cajas y bancos que
se han incorporado en el último año al perímetro del grupo, especialmente Banca
Cívica y Banco de Valencia.
Este adelgazamiento de la plantilla irá acompañado de otro plan de
cierre de oficinas en aquellas zonas donde existe un evidente solapamiento. El
área de mayor coincidencia es el Mediterráneo, donde coinciden parte de la red
tradicional de la Caixa y la que tenía Banco de Valencia. El objetivo
inicial era desprenderse de 315 de las 350 sucursales de la antigua filial de Bankia, cerca del 90% del total de sus puntos
de venta.
Pero el programa final será más ambicioso. El Grupo la Caixa
cuenta con 6.342 oficinas, 1.146 más que a cierre de 2011. La
cifra global supera con creces las 4.541 sucursales con las que cuenta Grupo
Santander (la matriz más Banesto) y las 3.500 de BBVA. Se da por hecho que
Caixabank echará la persiana a al menos el 10% de la red, unas 630 sucursales.
Con estas medidas, y a la espera de una recuperación de la
economía, Fainé confía plenamente en que el negocio minorista de Caixabank
volverá a ser rentable en 2015, año en el que se da por hecho que la recesión
estará superada. Este objetivo es compartido también por Banco Santander, que
prevé disminuir su plantilla en 3.000 personas con la fusión con
Banesto.
En cualquier caso, es el mayor plan de reestructuración de un
banco sano en España provocado por la crisis actual. Hasta la fecha, la dieta
más estricta es la que se ha impuesto en Bankia
(4.500 personas), pero se trata de un grupo financiero
nacionalizado, que va a recibir 19.000 millones de euros de ayudas
públicas cuyo plan ha sido forzado por la Comisión Europea.
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