Cuando en verano de 2008 el banco norteamericano
Lehman Brothers se declaró en quiebra arrastrado por la crisis de las hipotecas
subprime, en España comenzaba a alertarse de la excesiva exposición de los
bancos y cajas de ahorros a activos inmobiliarios. Un riesgo que, junto a la
enorme dependencia de la financiación exterior y la falta de una gestión
eficinte, sobre todo en las cajas, condujo al sistema financiero español a una
delicada situación de insolvencia y falta de liquidez.
Mucho ha cambiado el escenario bancario desde entonces. El número de entidades se ha visto reducido a menos de la cuarta parte y han desaparecido, en la práctica, todas las cajas de ahorros, que antes de la crisis llegaron a tener la mitad del negocio financiero en España. Un proceso de reestructuración que comenzó en 2009 y se intensificó con la solicitud del rescate europeo en julio de 2012.
Mucho ha cambiado el escenario bancario desde entonces. El número de entidades se ha visto reducido a menos de la cuarta parte y han desaparecido, en la práctica, todas las cajas de ahorros, que antes de la crisis llegaron a tener la mitad del negocio financiero en España. Un proceso de reestructuración que comenzó en 2009 y se intensificó con la solicitud del rescate europeo en julio de 2012.
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