- Un perito judicial constata la falsedad de las firmas
en un contrato de preferentes, con el que se pretendía justificar el perfil de
inversora de riesgo de una afectada de Valores Santander
- La sentencia también confirma que la demandante compró Valores Santander
dos días antes de que la CNMV aprobara su comercialización
Banco Santander había presentado un contrato de compra de
participaciones preferentes fechado en junio de 2004 como prueba del perfil de
inversor de riesgo de Teresa Sasportas. El problema es que ella jamás había
suscrito tal contrato.
El perito judicial
solicitado por el banco confirmó las sospechas: "No han sido graficadas
por su mano, resultando falsas", concluye el documento.
Esta fue la
gota que colmó el vaso de un cúmulo de irregularidades en torno a la relación
de Teresa Sasportas con Banco Santander. "Nunca fue mi banco. Cuando me
quedé viuda un amigo, prejubilado como director de una de sus sucursales, me
acompañó allí para poder mantener los 60.000 euros que recibí tras la muerte de
mi esposo, y conseguir una buena rentabilidad por ellos", explica.
Era mayo de
2004, y lo que contrató fueron unos depósitos a plazo fijo, uno de los
productos más seguros del mercado. Con ellos conseguía unos intereses mensuales
para complementar la escueta pensión, que no llegaba a los 400 euros, que le
había quedado tras la muerte de su marido. Todo fue bien hasta que tres años
después, en septiembre de 2007, el director de aquella oficina se puso en
contacto con ella para ofrecerle Valores Santander.
Traté de
asegurarme de que no era un inversión en bolsa ni nada parecido. Insistieron en
que era totalmente seguro", recuerda. Así que aceptó.
Unos años
después, Teresa descubre que sus 60.000 euros iniciales ya no eran tales. Tras
varios intentos de negociar con el director de la oficina y el servicio de
atención al cliente, y no conseguir recuperar el dinero decidió arriesgarse.
"Me pedían que esperase y me decían que el banco daría alguna solución. Yo
era consciente de que podía perder dinero enfrentándome a ellos, pero estaba
segura de que me habían engañado, y no quería dejarlo pasar", explica.
Teresa es una
de los 129.000 afectados del engaño masivo que Banco Santander hizo en
septiembre de 2007 al colocar a sus clientes minoristas un producto de alto
riesgo como Valores Santander, para sufragar la compra del banco holandés ABN Amro.
El episodio de
los contratos con una firma falsificada es anterior a la compra de Valores
Santander pero ha sido determinante para la resolución del caso. Banco
Santander pretendía probar que Teresa tenía un perfil de inversión de riesgo.
¿La razón? Había comprado preferentes de Banco Santander en junio de 2004,
apenas un mes después de contratar los depósitos. Pero esa venta nunca había
existido. "Hasta los abogados del Santander se sorprendieron. Pidieron un
peritaje judicial porque no se fiaban del nuestro y cuando también confirmó la
falsedad, se allanaron y cerraron el caso", explica Méndez.
Sin duda, los
representantes del banco no se esperaban este tipo de irregularidades
procedentes de la documentación de la oficina de Teresa. Por eso, tuvieron
claro que el proceso judicial tenía que terminarse en ese punto. Con ese resultado
pericial en la mano, el banco aceptó las pretensiones de Teresa y evitó así que
el juicio siguiera adelante al abonar los 60.000 euros más intereses y costas
que ella demandaba. El allanamiento es la mejor opción para evitar que el juez
siga indagando en los hechos que se juzgan y deba pronunciarse sobre ellos. Por
eso, la jueza Ochoa se limita a constatar todas las irregulares en su
sentencia, pero no va más allá porque al final que no ha tenido que juzgar los
hechos, ya que el banco ha frenado este paso.
La actitud del
Banco Santander sorprendió especialmente a Teresa, quien había sufrido toda la
presión de las artes negociadoras del banco hasta ese momento. "Durante
meses estuvieron intentando llegar a acuerdos para que retirase la demanda,
pero me exigían confidencialidad y nunca quise aceptar.
Además, la
sentencia de Teresa es especialmente relevante porque consigue algo que no han
logrado muchos afectados por Valores Santander, incluso aquellos que han recuperado todo su dinero.
Que un juez reconozca que el banco presidido por Botín vendió Valores Santander
antes de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores lo autorizara. En el
caso de Teresa Sasportas queda probado que la fecha de venta fue el 17 de
septiembre de 2007, cuando el plazo oficial no comenzó hasta el 20 septiembre,
un día después de que la CNMV diera su visto bueno al folleto. "En
realidad el contrato, como algún otro caso, está sin fecha. Pero la juez ha
reconocido la información registrada en Supernet (la web del banco) donde sí se
recoge el momento de la suscripción de la operación", explica el abogado
José Méndez.
Por ahora, la
CNMV ha multado con
16,9 millones de euros a
Banco Santander por la incorrecta comercialización de Valores Santander.
Este tipo de chapuzas, es lo menos que puede suceder cuando se presiona a los empleados hasta límites insospechados para comercializar productos infumables.
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