El atentado terrorista de extrema derecha cometido
en el despacho de los abogados laboralistas, sita en el número 55 de la calle
Atocha de Madrid la noche del 24 de enero de 1977 marcó la transición
española durante la nueva etapa democrática después de la muerte del
dictador Franco.
Un comando ultraderechista penetró en el despacho de abogados en derecho laboral de Comisiones Obreras
(CC.OO.) y militantes del Partido
Comunista de España (PCE), todavía ilegal en el país, situado en el
número 55 de la calle de Atocha, abriendo fuego contra los allí presentes,
matando a cinco personas y dejando cuatro heridos.
La mayoría de los criminales estaban próximos a Fuerza Nueva y otras
organizaciones políticas de extrema derecha. Posteriormente, el periódico italiano Il Messaggero publicó en
marzo de 1984 que neofascistas
italianos habían participado en la matanza, tesis que fue respaldada en
1990, cuando un informe oficial italiano relató que Carlo Cicuttini, un
neofascista italiano próximo a la organización Gladio
(una red clandestina anticomunista dirigida por la CIA), había participado en
la matanza. Cicuttini había escapado a España, donde adquirió la nacionalidad
española.
Para interpretar los hechos acaecidos en el
despacho laboralista de la calle de Atocha, 55, en Madrid, hay que remontarse
tiempo atrás porque el asesinato de los abogados laboralistas no fue una
iniciativa aislada de dos ultraderechistas que querían sembrar el terror. Lo
sucedido en Atocha fue la última tragedia en la recta final de la lucha contra
el franquismo, el preámbulo para recuperar la democracia en este país.
Nos corresponde a todos los que en aquellos años
luchábamos por la libertad, que la memoria de lo ocurrido se mantenga, pues es
una parte muy importante de la reciente historia de este país. Mientras
mantengamos su memoria, su sacrificio no habrá sido en vano.
“SI EL ECO DE SU VOZ SE DEBILITA, PERECEREMOS” Paul Éluard
“SI EL ECO DE SU VOZ SE DEBILITA, PERECEREMOS” Paul Éluard
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