El número y no el tamaño
parece ser el problema de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) que desde hace
tiempo se encuentra con un aumento, lento pero progresivo, del censo de
entidades que entran a formar parte de ese concepto de su propiedad denominado
"sistémico". La controversia que se suscita en el seno de la
autoridad es que, si bien son deseables que las entidades bancarias adquieran
un determinado tamaño que asegure solvencia y limite los riesgos, el número de
entidades que en función de ese tamaño "sistémico" acceden a ese
grupo, puede convertirse en un problema de mayor alcance y de peores
consecuencias de las previstas.
En los últimos años el
principal trabajo de las autoridades financieras europeas se centraba en
conseguir que las entidades financieras adquiriesen un tamaño que les hiciera
más solventes, menos vulnerables a los riesgos y, en general, más rentables. Un
proceso largo, costoso y delicado, pues conlleva al mismo tiempo otros procesos
de ajuste, como es el de las plantilla. Estaba definido con claridad que la
tendencia en el sector bancario a escala europea pasaba -y sigue pasando- por
la concentración de entidades. Los ajustes de tamaño, como terapia previa a los
procesos de integración, se ha llevado por delante cientos de entidades en
varios países de la Unión Europea, muchos menos que en Estados Unidos donde la
fórmula ha sido la liquidación pura y dura de entidades.
El balance para España
es igualmente sustancial, puesto que en los últimos siete años la banca
española cerró 29.000 oficinas dejando en la calle o en su jubilación a 200.000
personas. Son cifras muy relevantes pues se refieren a un sólo socio de la
eurozona y que en términos de número de oficinas significa que en esos años, la
mitad del total de las oficinas cerradas fueron españolas y que en términos de
empleo representaron un tercio de los ajustes laborales de la eurozona. Con
todo, las autoridades bancarias de Europa insisten en que todavía hay margen
para seguir recortando. La razón de esta insistencia se encuentra en el
criterio que la EBA aplica al tamaño de las sucursales y a las plantillas que
las deben integrar. En otras palabras; la autoridad anima a reducir el número de
sucursales, hacerlas más grandes y dimensionarlas en personal según la zona y
el negocio.
La reclasificación de
oficinas y sucursales, así como la de plantillas, parece ser la primera fase
del ajuste en el que están inmersas las entidades financieras, si bien, no
parece ser la más preocupante. El problema que se detecta desde hace dos años
es que el censo de entidades bancarias "sistémicas" ha sobrepasado
los planes iniciales de la EBA y, por supuesto, las previsiones de futuro
apuntan al colapso en la gestión no sólo de tan grandes grupos, sino también a
tan numeroso grupo de grandes bancos.
Nadie se imagina una crisis de uno, dos o tres entidades sistémicas ni al tiempo ni sucesivas de estos monstruos financieros. Pero la EBA sí. Por eso está preocupada, por limitar, como sea, tan peligroso censo.
Nadie se imagina una crisis de uno, dos o tres entidades sistémicas ni al tiempo ni sucesivas de estos monstruos financieros. Pero la EBA sí. Por eso está preocupada, por limitar, como sea, tan peligroso censo.
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