sábado, 14 de mayo de 2016

La Autoridad Bancaria Europea preocupada por el aumento de bancos sistémicos

El número y no el tamaño parece ser el problema de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) que desde hace tiempo se encuentra con un aumento, lento pero progresivo, del censo de entidades que entran a formar parte de ese concepto de su propiedad denominado "sistémico". La controversia que se suscita en el seno de la autoridad es que, si bien son deseables que las entidades bancarias adquieran un determinado tamaño que asegure solvencia y limite los riesgos, el número de entidades que en función de ese tamaño "sistémico" acceden a ese grupo, puede convertirse en un problema de mayor alcance y de peores consecuencias de las previstas.
En los últimos años el principal trabajo de las autoridades financieras europeas se centraba en conseguir que las entidades financieras adquiriesen un tamaño que les hiciera más solventes, menos vulnerables a los riesgos y, en general, más rentables. Un proceso largo, costoso y delicado, pues conlleva al mismo tiempo otros procesos de ajuste, como es el de las plantilla. Estaba definido con claridad que la tendencia en el sector bancario a escala europea pasaba -y sigue pasando- por la concentración de entidades. Los ajustes de tamaño, como terapia previa a los procesos de integración, se ha llevado por delante cientos de entidades en varios países de la Unión Europea, muchos menos que en Estados Unidos donde la fórmula ha sido la liquidación pura y dura de entidades.
El balance para España es igualmente sustancial, puesto que en los últimos siete años la banca española cerró 29.000 oficinas dejando en la calle o en su jubilación a 200.000 personas. Son cifras muy relevantes pues se refieren a un sólo socio de la eurozona y que en términos de número de oficinas significa que en esos años, la mitad del total de las oficinas cerradas fueron españolas y que en términos de empleo representaron un tercio de los ajustes laborales de la eurozona. Con todo, las autoridades bancarias de Europa insisten en que todavía hay margen para seguir recortando. La razón de esta insistencia se encuentra en el criterio que la EBA aplica al tamaño de las sucursales y a las plantillas que las deben integrar. En otras palabras; la autoridad anima a reducir el número de sucursales, hacerlas más grandes y dimensionarlas en personal según la zona y el negocio.
La reclasificación de oficinas y sucursales, así como la de plantillas, parece ser la primera fase del ajuste en el que están inmersas las entidades financieras, si bien, no parece ser la más preocupante. El problema que se detecta desde hace dos años es que el censo de entidades bancarias "sistémicas" ha sobrepasado los planes iniciales de la EBA y, por supuesto, las previsiones de futuro apuntan al colapso en la gestión no sólo de tan grandes grupos, sino también a tan numeroso grupo de grandes bancos.
Nadie se imagina una crisis de uno, dos o tres entidades sistémicas ni al tiempo ni sucesivas de estos monstruos financieros. Pero la EBA sí. Por eso está preocupada, por limitar, como sea, tan peligroso censo.

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