sábado, 21 de febrero de 2015

Las prolongaciones de jornada son un anacronismo con el que hay que acabar

Calentar la silla no es productivo

El pasado 17 de febrero el diario El País publicaba un artículo en el que, bajo el epígrafe que encabeza nuestra circular, se denuncia el presentismo que impera en la cultura empresarial española.
El artículo denuncia como a pesar de las políticas de conciliación, muchas de las empresas del IBEX 35 llevan a cabo una sistemática campaña de presión sobre los trabajadores para hacer más horas de las legalmente establecidas.
El artículo se basa en el estudio realizado por Esther Jiménez, investigadora del Centro Internacional Trabajo y Familia de IESE Business School que pone al descubierto la incongruencia entre el presentismo y la productividad.
En los países nórdicos, donde la productividad laboral es muy alta, se cumplen a rajatabla los horarios establecidos, mientras que en España se sigue valorando pasar largas horas frente al ordenador, aunque ello no repercuta en la mejora de los datos de la empresa. En el primer caso, además de obtener un equilibrio real entre la vida personal y profesional se incrementa el rendimiento laboral, mientras que cuando existen presiones para prolongar las jornadas, se crean entornos contaminantes, en los que los trabajadores sufren mayores niveles de estrés, demuestran mayor intención de dejar la empresa y bajan considerablemente su productividad.
Es decir, el estudio confirma lo que desde UGT venimos denunciando desde hace tiempo y que responde no sólo al cumplimiento de las normas y los acuerdos, sino a la más elemental lógica y sentido común, además del fraude que supone para la sociedad la realización de horas no cotizadas a la Seguridad Social.
La racionalización de los horarios y sobre todo el cumplimiento de los mismos es una demanda social cimentada en datos y estudios cada vez más extensos que ponen de manifiesto el fracaso de una cultura laboral y de unas políticas de empleo más propias del siglo XIX, cuando los derechos laborales brillaban por su ausencia.
Una empresa moderna y un país moderno, pueden y deben crecer, respetando los acuerdos, la conciliación y los intereses de los trabajadores y la sociedad ya que ello repercute positivamente en beneficio de la empresa y por tanto en su rentabilidad.
El presentismo es un gran error que debe ser reemplazado por prácticas que promueven la eficiencia.
Os adjuntamos el enlace para ver el artículo completo.

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