La correlación entre rebaja de salarios y empleo no encaja con lo ocurrido en nuestro país
Ilustres ignorantes es el título de un
programa televisivo repleto de ingenio, inteligencia y humor. Sobre lo que
escribo está desprovisto de estas tres características. Sin embargo, la
literalidad del título le viene como anillo al dedo. Me refiero a las declaraciones de Olli Rehn,
respaldadas por la Comisión, y al socaire de las propuestas del FMI sobre la necesidad de rebajar el 10% los salarios españoles. Que
estamos ante una personalidad aparentemente ilustre, de fuste y ¿prestigio?
salta a la vista, solo hay que recordar el enunciado de su cargo, comisario
europeo de Asuntos Económicos y Monetarios. Pero también estamos,
incomprensiblemente, ante un ignorante de la situación económica de nuestro
país, y de las causas profundas que nos han abocado a esta terrible traducción
de la recesión económica en destrucción de empleo.
La asimilación que pretende establecer entre las
recetas para Letonia e Irlanda y las necesarias para nuestro país, no parece
muy fundamentada, a la luz de las diferencias enormes en tamaño poblacional (5%
y 10%, respectivamente, de la población española) y económico entre estas
economías y la nuestra —hay un anuncio de comida para perros en el que se
resalta la diferencia entre las dietas de un perro grande y uno mini. El tamaño sí importa, no solo en las dietas de los animales
de compañía, sino también entre países—. En cualquier caso, Irlanda y Letonia
han incrementado su tasa de paro en el período de la crisis de manera
importante (del 6,4% al 14,7 % en el primero caso, y del 8% al 14,9% en el
segundo, de 2008 a 2012).
La correlación inexorable que pretende establecer
entre rebajas de salarios y recuperación del empleo no encaja con lo acontecido
en nuestro país desde el año 2010: los salarios \[en términos reales\] han
caído un 7,6%, y los empleos destruidos han sido 1.610.400. Tenemos un sector
exportador que está avanzando a pesar de la crisis y que ha sido, en los
últimos 20 años, junto al holandés, el que mejor ha resistido, de toda la UE
(incluida Alemania) la arremetida de los países emergentes. Su resistencia y
capacidad de avance están más basadas en la calidad que en la competencia sobre
salarios bajos, siendo su principal problema la persistencia de un euro fuerte
frente al dólar y al yen, junto a la reducción del crecimiento del resto del
mundo, y la persistencia de la crisis en la UE.
En España, el sector exportador no puede
compensar la caída de nuestra demanda interna, ni puede expandirse más
aceleradamente, si no se resuelven los problemas antes señalados y se diseña
una estrategia —que no dará resultados de la noche a la mañana— para aumentar
el número de empresas exportadoras, que en la actualidad, no alcanza el 7% del
total con asalariados de nuestro país. Lo realmente trascendente en España es
abordar una reforma empresarial para aumentar el tamaño medio de las empresas
españolas y así alcanzar una masa crítica suficiente para abordar el cambio
organizativo y cultural que necesitan nuestras empresas para mejorar su
capacidad financiera —dificultades crecientes y permanentes de acceso al
crédito tras la caída de las cajas de ahorro—, tecnológica y exportadora.
Sin embargo, lo más cargante de las palabras del
comisario es ese intento de erigirse en el censor moral de España, en una línea
inveterada de la Comisión por la que se sacude las moscas de cualquier
responsabilidad y atribuye a la acción o inacción de los demás los graves
problemas que padece Europa, particularmente el paro, especialmente el juvenil,
escudándose en que el empleo es una competencia nacional, pero en la práctica
condicionada por las políticas de ajuste de déficit que impone la Comisión.
¿No se ha parado a pensar el señor comisario que
algo tendrá que ver la política económica que preconiza con el hecho de que, en
la UE, la tasa de paro juvenil más que duplica a la del conjunto de la
población? Siendo éste un problema más preocupante en Suecia o Reino Unido,
porque el desempleo juvenil contribuye relativamente mucho más al desempleo
general, que en España o Grecia. ¿Tendrá algo que ver, por acción u omisión de
la Comisión con el hecho, de que, desde inicios de este siglo, se ha producido un
cambio por el cual, el denominado enfermo de Europa —entonces, Alemania— está
rozagante de salud (no es lo que opinan los sindicatos alemanes), y ahora se
percibe a Europa como el enfermo del mundo? ¿Tendrá alguna relación el
comportamiento, la política y la manera de concebir la construcción europea de
la Comisión, con el hecho de que la mayoría de los europeos se sientan
amenazados, y no esperanzados, con Europa, cuando más la necesitan?
Uno de los programas de Ilustres
ignorantes trató sobre el fracaso. Ese término, y el verbo
fracasar, no existe para la Comisión al enjuiciar el resultado de sus recetas,
y eso les lleva a seguir insistiendo en caminos equivocados que provocan paro,
desigualdad, debilitamiento de la democracia y resurgimiento del terrible
fantasma europeo del fascismo y la xenofobia.
Cándido Méndez, secretario general de UGT
No hay comentarios:
Publicar un comentario