Lejos de los acuerdos que recientemente han alcanzado los estados miembros de la Unión Europea, en los que se decidió aplicar la Tasa Tobin (impuesto que gravaría las transacciones financieras) para el próximo año 2015, parece que ahora no se aplicará hasta enero de 2016.
De esta forma, y tras el nuevo acuerdo
alcanzado, la nueva Tasa Tobin se aplicará ahora por fases para
(primero) evaluar correctamente su impacto, reduciendo al mínimo la distorsión,
gravando primero las acciones y los derivados sobre acciones. Este pacto
europeo supone además una recaudación mucho más pequeña de la que se anunció a
bombo y platillo hace un mes, ya que lo que ahora se plantea es aplicar
solamente una décima parte de lo que se dijo anteriormente
El plan
original de lo acordado pretendía gravar con un porcentaje del 0,1% a todas las
transacciones de acciones y bonos y con un 0,01% los derivados de acciones.
Gracias a esta tasa se calcularon unos ingresos
aproximados de entre 30.000 y 35.000 millones de euros al año (unos 5.000 para España). Pero
todo aquello parece que ha quedado en agua de borrajas, y según reconocen los
propios funcionarios de la UE, parece que este porcentaje del 0,1% apenas será de una décima sobre lo que se pactó en su momento, quedando la tasa sobre
bonos y acciones en un 0,01%.
El desacuerdo entre los estados miembros ante la aplicación de esta tasa es
evidente, algunos países como el Reino Unido son totalmente contrarios a la
aplicación de este nuevo impuesto y junto a Luxemburgo, Suecia, Dinamarca, Hungría,
Malta y Holanda, encabeza el sector más crítico ante el acuerdo de mínimos
acordado hace pocos días. Un impuesto que tendrá un impacto extraterritorial
que, dicen, perjudicará al mercado interno, una tasa que perjudicará al empleo,
a la inversión, a las pensiones y a los pensionistas, muy lejos de aquella idea
de la "tasa a la banca" (sin comentarios).
La Tasa Tobin, conocida también como la Tasa Robin Hood, es una vieja
reivindicación de muchas ONG (Oxfam al frente de ellas) que requieren de la
aplicación de dichos impuestos para financiar proyectos sociales que permitan
solventar los problemas sociales de los más vulnerables.
Si fuera un impuesto a las transacciones de
la ciudadanía de la calle, estaría implantado antes incluso de anunciarse. Con
los más pudientes siempre hay miramientos. Estarán dándoles tiempo para idear
otra manera de llevar a cabo transacciones bancarias librándose de pagar un
céntimo.
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